al final del hielo invierno
del corazón inerme en las aceras.
Vuelve con tu cámara vacía,
realidad y recuerdo
de flashes efímeros.
No te rompas
porque en ti vive aún esa luz,
como un instante que ya no es
pero ha existido
y ahora está en mi tejado.
Vuelve ardiente rayo de sol,
abrazo de diamante
sobre mis alas.
Secreto guardado
detrás de mi espalda,
junto a la imagen infantil
que nunca se olvida.
Vuelve pico inquieto,
con avidez de conocimiento
de tu propio ser.
Ya te veo,
de lejos puedo tocar las ilusiones
que pintaste en las paredes de mi alma.
Vuelve nube dispersa,
suave beso de ave que pasa
y luego retorna al mismo lugar.
Deja los interrogantes en el cielo
y vuelve a posar tu silencio
sobre el vidrio de los ojos
que te vieron volar.
Marta Castaño, 2010
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